Claves e ideas principales del XI Seminario Internacional Historia Comparada-Red Sucesión

Por Gabriel Téllez Calvín (UAM) y Ernesto Juan Martín de Vidales Olalla (UAM)

Durante los días 8 y 9 de marzo de 2022 se celebró el XI Seminario Internacional Historia Comparada-Red Sucesión bajo el título “Imperio de ciudades. La dimensión urbana en el gobierno de la monarquía de España (siglos XVI-XVIII)”. El evento tuvo lugar en la sala de conferencias de la facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Madrid. La presentación corrió a cargo de Diego Garrocho Salcedo (vicedecano de Investigación de la citada facultad) y Esperanza Mó Romero (directora del departamento de Historia Moderna de la Universidad Autónoma de Madrid), quienes tuvieron unas palabras de agradecimiento hacia los tres organizadores (Antonio Álvarez-Ossorio Alvariño, Cristina Bravo Lozano y Manuel Herrero Sánchez) y aprovecharon sus intervenciones para condenar los dramáticos hechos acaecidos en Ucrania. Bernardo José García García, coordinador del grupo de investigación Red Sucesión, también dio la bienvenida a los asistentes e incidió en lo oportuno de este seminario para continuar estudiando el complejo entramado político de la Monarquía Habsbúrgica en la Modernidad, poniendo de relieve la continuidad de la realización de los seminarios de Historia Comparada-Red Sucesión, que ha llegado a su undécima edición. Asimismo, informó de la nueva línea de actividades de la Red.

El seminario se estructuró en torno a tres grandes bloques temáticos, a partir de los cuales los dieciocho participantes reflexionaron acerca de múltiples cuestiones relativas al cosmos urbano de la Monarquía de España. La primera materia tratada fueron las megalópolis de la Monarquía de los Austrias. En la primera sesión, presidida por la profesora Carmen Sanz Ayán (UCM), José Miguel López García (UAM), realizó una aproximación panorámica de las transformaciones experimentadas en la ciudad de Madrid desde 1561 hasta el último tercio del siglo XVIII, destacando el aumento demográfico sufrido por la urbe al calor de su elección como sede permanente de la corte de la mencionada monarquía. Su análisis tuvo un marcado carácter social, al presentar los medios utilizados por los gobernantes para solventar los problemas de orden público y altas tasas de criminalidad, así como las dificultades de abastecimiento padecidas por una población que crecía anualmente. López García adujo que la dinastía borbónica, instalada a través de la guerra, desarrolló una profunda militarización en la ciudad y llegó a convertir Madrid en una verdadera plaza de armas que contaba con un régimen castrense especial, hasta el punto que llegó a haber un soldado por cada diecisiete habitantes. Finalizó su intervención con los inconvenientes encontrados por las autoridades en 1805, cuando el guarismo alcanzado de población detenida superaba el diez por ciento y las decisiones tomadas por Manuel Godoy de desamortizar los bienes de instituciones benéficas en la capital, conllevó serios inconvenientes de control social y distribución de menesterosos.

Juan Manuel Castillo Rubio (UPO) expuso cómo se organizaba Sevilla a nivel interno en la amplia red de repúblicas urbanas de la monarquía. Además, explicó los límites jurídicos de los diferentes barrios que integraban el espacio sevillano para, posteriormente, exponer el funcionamiento de la ciudad mediante la presentación de los rasgos principales que definían al concejo, los alcaldes y el cabildo. En este sentido, su comunicación posibilitó meditar acerca de las tensiones ejercidas entre el poder regio y los representantes municipales.

La tercera presentación, planteada por David Martín Marcos (UNED), dirigió su atención a Lisboa y a los debates surgidos entre los tratadistas políticos contemporáneos, sobre la idoneidad de trasladar la corte de la Monarquía de España a Lisboa, como representación ideal del mito de una nueva Roma. Ser la principal ciudad portuguesa de la Modernidad, contar para 1620 con el mayor número de habitantes de la Península Ibérica, su cariz cosmopolita y multicultural y el contacto creado con el Nuevo Mundo permitió elaborar ambiciosos proyectos urbanísticos que se vieron truncados en el siglo XVIII por el gran terremoto de 1755 y el crecimiento de Oporto. La visión aportada por Martín Marcos también favoreció acercarse a la dimensión comercial lisboeta merced a la descripción que se hizo sobre la presencia de mercaderes de diferentes orígenes que poblaban la ciudad.

El segundo panel, dentro del bloque dedicado a las “megalópolis” de la monarquía, fue moderado por Bernardo José García García (UCM) y contó con las intervenciones de Alberto Mariano Rodríguez Martínez (UPO) e Ida Mauro (UB). La ciudad de Amberes en la transición entre los siglos XVI y XVII fue el objeto de estudio de la conferencia de Alberto Rodríguez, que centró su exposición en torno a dos ideas clave para entender el papel desempeñado por la urbe flamenca dentro del organigrama de la Monarquía de España: su dimensión comercial, que hacía de la ciudad un auténtico emporio mercantil idealizado por residentes y viajeros; y su condición estratégica dado su carácter fronterizo, motivo por el que potencias como las Provincias Unidas o Francia trataron de hacerse con su control en distintos momentos. Estas dos características definieron la vida política de la ciudad, marcada por el gobierno de los archiduques Alberto e Isabel Clara Eugenia y caracterizada por la tensión a nivel interno entre las distintas corporaciones urbanas que, sin embargo, tenían como objetivo común el mantenimiento de la vitalidad comercial de la ciudad, lastrada por el continuo bloqueo del río Escalda. La visión ofrecida por Alberto Rodríguez presenta así una ciudad alejada de la decadencia lineal y progresiva achacada por la historiografía nacionalista belga a la “dominación española”, siendo una urbe que, con altibajos, mantuvo su vitalidad hasta fines del siglo XVII. A continuación, la profesora Ida Mauro habló del “Universo político de una megalópolis mediterránea: Nápoles entre los siglos XVI y XVII”. La megápolis italiana, que llegó a contar con trescientos mil habitantes a la altura de 1600, fue una de las ciudades de mayor importancia económica para la Monarquía de España dada la ingente cantidad de rentas que proporcionaba para sufragar las necesidades de la hacienda real. Siendo éste uno de sus aspectos más conocidos, Ida Mauro centró su exposición en la organización y gobierno internos de la urbe, aspecto generalmente olvidado. Al igual que en otras ciudades de la Monarquía, los órganos y corporaciones locales vivían en un estado de tensión permanente entre ellos y con las instituciones reales, representadas por la figura del virrey. Las distintas familias nobiliarias, agrupadas en seggi, controlaban el gobierno urbano a través de una junta en continuo conflicto con el brazo “popular” de la ciudad, el Popolo, tradicional aliado de las instituciones virreinales. La ciudad se muestra así como un escenario de tensión, negociación y pacto entre distintos actores, cada uno tratando de defender sus intereses en una urbe de máxima importancia para la Monarquía.

A las dos intervenciones referidas siguió la presentación de una reciente novedad bibliográfica, Lady Ann y el Embajador viajan a Sevilla (primavera de 1664), a cargo de Cristina Bravo Lozano (MIAS-UAM), una de sus coeditoras junto con Fernando Quiles García (UPO). La profesora Bravo Lozano explicó con detalle la estructura del volumen, conformado por distintas investigaciones relacionadas con el papel jugado por lady Ann como esposa de Richard Fanshawe, embajador inglés en Madrid. Se analizan así las relaciones diplomáticas entre coronas y la situación de las comunidades inglesas afincadas en España, principalmente en las ciudades de Sevilla y Cádiz (dos de los principales puertos de entrada a la Península), incluyéndose por último la relación de la entrada del embajador y su esposa en Sevilla.

La sesión vespertina de la primera jornada se reanudó con la mesa moderada por Pilar Ponce Leiva (UCM) y la conferencia magistral del profesor Richard Kagan (JHU) quien compuso una interesante y completa disertación acerca de las ciudades en la Monarquía de los Habsburgo a través de su evolución historiográfica personal, en la que no faltaron referencias a personajes egregios de la talla de William Shakespeare ni a brillantes especialistas, como el recientemente malogrado John Elliott. Se aludió a los términos de monarquía compuesta y monarquía policéntrica para añadir más elementos al debate conceptual, al que se agregaron los distintos modos de definir una ciudad: desde la idea de entender las urbes como construcción física hasta hacerlo mediante la posición de verlas como entidades e identidades humanas. Kagan explicó el contexto en el que tuvo lugar la propuesta del concepto “Imperio de ciudades” como categoría analítica de la monarquía de España.

            La ciudad de Milán fue analizada con la comunicación de Stefano D’Amico (Texas Tech University) para quien esta urbe, tras 1567, quedó establecida como punto estratégico fundamental en las comunicaciones entre España y Flandes. La ciudad ambrosiana, manifestó el maestro italiano, se convirtió en el principal centro financiero y diplomático de la Monarquía de España en Italia, resultando verdaderamente relevante el papel adquirido por las élites urbanas en todo ese proceso. Así mismo, destacó el papel militar jugado por Milán a lo largo de todo el siglo XVII, momento en el cual, se redefinieron las estructuras de poder y cambiaron las dinámicas adoptadas por los patricios y potentados urbanos. De igual manera, se hizo hincapié en dos construcciones que tuvieron un peso simbólico de primer orden en la Edad Moderna milanesa, como fueron el Castello y el Palacio Ducale.

Francisco Quijano (UNAM) dirigió su atención al “azaroso proceso” de configuración de la Ciudad de Méjico utilizando como hilo conductor las tres acepciones que aparecen en la definición de ciudad del Tesoro de la lengua castellana o española de Sebastián de Covarrubias (1611). En este sentido, describió la fundación de dicha ciudad en 1521 y, determinó como momento significativo, la instauración de la Audiencia en 1528. Así, recordó que la nueva ciudad, en un principio, no generó la destrucción de la vieja, debido a que la ciudad indígena se mantuvo viva durante la época colonial. Más tarde, pasó a presentar la evolución cronológica de las primeras edificaciones de los nuevos pobladores y la regulación sobre la propiedad y tenencia de las tierras existentes en las lindes municipales. Sobre este particular, incidió en la gran dificultad encontrada por las autoridades para gestionar el reparto de terrenos y los problemas generados al respecto, como los conflictos producidos entre indígenas y españoles, y más habitualmente, entre los mismos españoles. Del mismo modo, explicó los mecanismos y atribuciones del cabildo y las prerrogativas de los alcaldes ordinarios y los corregidores, así como el apoyo encontrado por las instituciones en los oficiales secundarios, cuyas líneas de acción se fundamentaban en la gestión de la administración local. El profesor mexicano añadió las cifras de los habitantes de la ciudad, citando que, para la segunda mitad del Seiscientos, por ejemplo, la Ciudad de México contaba con al menos, 8.000 habitantes no indígenas. Por último, quiso reflexionar sobre la consideración de la condición de vecino y la potestad del cabildo para otorgarla.

La tarde finalizó con la ponencia de Kris Lane (Tulane University) sobre la ciudad de Potosí, para la que las minas resultaron ser una metáfora para poder explicarla. De esta forma, Potosí podía ser entendida como riqueza, por lo aportado a las élites locales y a la Monarquía con lo extraído de ellas, pero también, era posible verla como un infierno, por los mineros, quienes sufrían las consecuencias de las duras condiciones laborales y de vida vinculadas al funcionamiento de la mita. Igualmente, se centró en el Cerro Rico y en la manera en que aún hoy cierto sistema de presas coloniales y lagunas siguen siendo fundamentales en la ordenación de la ciudad. Expuso las facultades del municipio y los regidores y la decadencia experimentada por la urbe en el siglo XVII. Tuvo unas palabras también para los esclavos africanos y las ambiciones comerciales de holandeses, ingleses y franceses. Insistió en la metáfora de la esperanza, representada en la virgen del cerro y en todas las oraciones y procesiones de las comunidades religiosas insertas en el núcleo urbano. Finalmente, concluyó su intervención poniendo de relieve las dosis de esperanza que se esconden tras la expresión “valer un potosí”.

El segundo bloque del seminario, dedicado a Ciudades fronterizas, ciudades estratégicas, contó con dos paneles dedicados al estudio de distintas urbes extraeuropeas de la Monarquía. El primer panel fue presidido por Roberto Quirós Rosado (UAM), interviniendo en primer lugar Guillaume Gaudin (Université Toulouse II-Jean Jaurès/Framespa), con una ponencia dedicada a la ciudad de Manila en los albores del siglo XVII. Definida por el ponente como una “comunidad política de hispanos en Filipinas”, la ciudad de Manila era una auténtica “república” urbana en la que los españoles eran un grupo minoritario frente a los nativos, pero también frente a otros grupos extranjeros que habitaban la región antes de la conquista hispana, principalmente chinos y japoneses. El objetivo prioritario de los españoles fue asegurar su dominio de la ciudad y la comunicación permanente con la corte de Madrid, por lo que las representaciones y embajadas fueron una constante a lo largo del tiempo, con distintos personajes que actuaban como transmisores de la información relativa a Manila, ciudad marcada a su vez por un “cosmopolitismo violento” en palabras de Gaudin dadas las tensiones entre los distintos grupos étnicos. Debido a la enorme distancia de la ciudad con respecto a España y América, los españoles de Manila se valieron de todo tipo de instituciones para aliviar estas tensiones y asegurar la evangelización de los nativos y el desarrollo de las actividades económicas, asentando así la importancia estratégica de la ciudad en las comunicaciones con el Lejano Oriente y la circulación de personas, información y mercancías entre los distintos puntos de la Monarquía. La segunda intervención corrió a cargo de Jorge Díaz Ceballos (UPO), que habló de las “Repúblicas en movimiento. Práctica política en la construcción de la Monarquía Hispánica. Castilla del Oro, 1508-1573”. Territorio generalmente olvidado frente a otros como Nueva España o Perú, la Castilla del Oro, localizada en el istmo de Panamá, ofrece interesantes posibilidades de estudio sobre la cultura política que informó la creación y organización de nuevas poblaciones en América, basada esencialmente en la creación de jurisdicciones de nuevo cuño que se agregaban acto seguido a la Monarquía manteniendo sus libertades y prerrogativas, motivo por el cual toda acción regia considerada como una “injerencia”, ya fuera la aplicación de las Leyes Nuevas o el nombramiento de una determinada autoridad política, solía verse con recelo y rechazarse mediante la elaboración de un complejo argumentario jurídico de raigambre puramente castellana. Así, las ciudades fundadas en la región, como Panamá o Nombre de Dios, protagonizaron multitud de pleitos contra las instituciones de la Corona (audiencias, gobernadores, etc.), lo que dio como resultado una amplia autonomía municipal, con cabildos que acumulaban competencias que incluían en ocasiones la gestión de la guerra y la paz. Continuando en territorio americano, la tercera y última ponencia del panel corrió a cargo de Rocío Moreno Cabanillas (US-UPO), que habló sobre distintas dinámicas políticas y económicas de la ciudad de Cartagena de Indias. Urbe de eminente orientación comercial dada su localización estratégica, su papel en el desarrollo económico y ordenación del territorio circundante fue parejo a su importancia militar ya que al igual que en el caso de Amberes en Europa era una plaza fuerte codiciada por las potencias rivales de la Monarquía de España. El comercio y el reforzamiento de la infraestructura militar de la ciudad marcaron inexorablemente su evolución histórica, especialmente durante el siglo XVIII como resultado de las reformas borbónicas, destinadas a garantizar los flujos comerciales y proteger a la ciudad frente a posibles ataques, además de asegurar la transmisión de información con otros territorios mediante el establecimiento de una administración de correos.

            Tras la primera sesión de la segunda jornada, continuaron las comunicaciones pertenecientes al bloque destinado a estudiar las ciudades fronterizas como ciudades estratégicas, presidida por Manuel Herrero Sánchez (UPO), a cargo de Graça Almeida Borges (Universidade Autónoma de Lisboa/CIDEHUS-Universidade de Évora). La investigadora lusa expresó el desarrollo de Goa, que alcanzó 60.000 habitantes en 1580, y sus particularidades en contraste con otras poblaciones de la India portuguesa, merced a su condición de capital. Condición que tuvo un gran impacto por la integración de Portugal en la Monarquía de España, aunque a nivel de gestión interna, dado que la instauración de Felipe II como soberano se entendió de modo natural. Almeida Borges insistió en el problema de las distancias y en cómo el funcionamiento de la ciudad dependía de las comunicaciones en todas sus dimensiones (comercial, militar y política). Las distancias, entonces, generaban altos grados de autonomía que provocaban problemas, pero también soluciones en la gobernabilidad. En suma, Graça Almeida definió Goa como ciudad fuertemente marcada por las distancias y determinada por la pérdida de centralidad en el entramado ultramarino de la Monarquía Católica.

El norte de África quedó atendido por la comunicación de Luis Fernando Fé Cantó (Université de Limoges) quien reclamó la ruptura con la visión historiográfica clásica de Braudel acerca de la invisibilidad e inmovilidad del Magreb. Después de presentar la evolución de los estudios sobre este espacio geográfico, intentó reflexionar sobre Orán como ciudad imperial. Para ello, analizó las razzias como uno de los instrumentos de aprovisionamiento de la ciudad, pero también como un elemento crucial a la hora de entablar interacciones con poblaciones musulmanas cercanas. Este medio de comunicación política era un elemento variable en el tiempo cuyo fin último fue atraer alianzas en el juego diplomático. Otra cuestión a destacar era la estructura urbana de Orán, porque a pesar del dominio de la población con origen español también aparecieron aspectos singulares, tales como los barrios de musulmanes extramuros o el barrio judío, auténticas vías de contacto para conocer el resto de África. Además, se centró en el entramado de las autoridades locales y las tensiones entre la monarquía y el municipio, que llegó a 10.000 habitantes en el alborear del Setecientos. Sobre la identidad urbana, destacó el papel de las élites locales, quienes se vieron atraídas por las funciones militares para crear su propia autorrepresentación. Por último, quiso detenerse en aquellos elementos que conforman la vida cotidiana y permiten comprender mejor el funcionamiento de la ciudad, como el problema de las distancias y las mezclas sociales originadas por el carácter fronterizo intrínseco.

Desde Perú, Miguel Costa Vigo (PUCP) se adentró en los instrumentos de poder de las élites locales limeñas durante la década de 1580. Por este motivo, consideró oportuno establecer una cronología de los acontecimientos que precipitaron la fundación de la Ciudad de los Reyes (1535) y el espacio de centralidad ocupado por la misma en la Nueva Castilla de los siglos XVI y XVII. Definió las medidas adoptadas por la corona en su intento por enfrentarse a las autoridades locales y el modo en que esas lógicas de tensión y negociación llevaron a la necesidad de compartir los espacios políticos entre el cabildo y los corregidores reales.

El tercer y último bloque del congreso, Procesos urbanos, contó con un único panel presidido por Cristina Bravo Lozano (MIAS-UAM), con tres intervenciones centradas no tanto en la evolución de una urbe concreta sino en la influencia que las ciudades y su historia tuvieron en las transformaciones políticas, económicas y sociales acaecidas en la Monarquía de España. La primera ponencia corrió a cargo de Antonio Álvarez-Ossorio Alvariño (MIAS-UAM), que desarrolló el tema “Ciudadelas y Nueva Planta en la Monarquía de España”, incidiendo en el desarrollo paralelo de dos procesos de corte militar durante el reinado de Carlos II: la creación de una guardia real, la Chamberga, para proteger la persona del rey; y el propio desarrollo de la ciudadela como elemento de control político y represión a raíz de la revuelta de Mesina de 1674-1678. La “nueva planta” asociada a la ciudadela se debió a que, tras su construcción y puesta en funcionamiento, la ciudad afectada vio transformado su gobierno local por uno de raigambre netamente castellana. Este fenómeno, lejos de suponer una simple transformación institucional, generó desde mediados del siglo XVI un profundo debate teórico, llegándose a identificar la presencia de una ciudadela con la supresión de la libertad comunal. Las discusiones se introdujeron de lleno en las polémicas en torno a la razón de Estado y el papel del príncipe, algo que en época de Carlos II derivó en el debate en torno al “neoforalismo” (así definido por la historiografía) y el poder absoluto del rey. Más allá de las ciudades situadas en los territorios de la Monarquía, ésta se alió en determinados momentos con determinas urbes europeas, tal y como desarrolló Manuel Herrero Sánchez (UPO) en su intervención, centrada en las repúblicas de Génova, Hamburgo y Ragusa. Las tres urbes, de marcado carácter oligárquico y de gran importancia estratégica y comercial en el escenario europeo, proveyeron a la Monarquía de determinados recursos mercantiles y/o financieros a cambio de ver garantizada su protección frente a sus enemigos, como Saboya en el caso genovés o Dinamarca y Venecia en los casos hamburgués y ragusiano, respectivamente. Así, ambas partes tenían intereses comunes y sacaban rédito de su alianza, pudiendo la Monarquía acceder a las rutas de comercio del Báltico y el Mediterráneo oriental y contar con la financiación genovesa para sus campañas militares en Europa. Poniendo el foco en América, la última ponencia del panel, a cargo de Gibrán Bautista y Lugo (UNAM), se centró en la circulación de personas entre las ciudades de la Monarquía, tomando como ejemplo las ciudades de México, Madrid y Nápoles. El flujo de “indianos” hacia la corte, es decir, de descendientes de españoles nacidos en América que retornaban a Europa, fue uno de los procesos más destacados en este sentido, con miembros de la alta sociedad novohispana que acudían a Madrid y se relacionaban con las élites de la villa coronada, pero también numerosos miembros de las clases populares que acompañaban a sus señores o simplemente marchaban a Europa en busca de nuevas oportunidades, como también ocurrió en el caso napolitano, generándose así toda una serie de flujos migratorios que conectaban las distintas partes del orbe.

Antonio Álvarez-Ossorio Alvariño (MIAS-UAM) clausuró el XI Seminario Historia Comparada-Red Sucesión indicando que se había podido recorrer todo el orbe a través de las comunicaciones. Posteriormente, manifestó el deseo de publicar los trabajos y encontrar más puntos en común para reforzar los lazos entre los miembros del equipo. Así mismo, resumió el seminario en torno a seis grandes niveles. El primero, el de la planta de gobierno, es decir, haber analizado de qué modo se organizaban las ciudades a nivel formal. En segundo lugar, el microcosmos jurisdiccional corporativo interior, o lo que es lo mismo, el modo de proceder respecto a la organización del poder efectivo. En tercer lugar, estudiar el entorno de la ciudad y su proyección en múltiples circuitos y redes. El cuarto nivel, el despliegue de la diplomacia urbana. El quinto, los procesos que impactan y ponen en tensión el cuerpo urbano, desde la guerra al comercio y la venalidad. Y, por último, el sexto nivel, que está vinculado a las representaciones de la ciudad con la memoria colectiva y las señas de identidad. Relacionado con este último punto, concluyó su intervención afirmando que la ciudad también representó una seña de identidad de la Monarquía de España al tener una proyección trascendental en el mundo durante siglos.

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